Muchos de nosotros hemos experimentado las mismas emociones que vivimos en la niñez ahora en la vida adulta, estas emociones tienden a acompañarnos y a permear nuestras relaciones con la pareja, los hijos, los compañeros de trabajo y en general nuestras interacciones consigo mismo y con los demás.
Algunas de estas emociones tienen su origen en las heridas que hemos experimentado tales como el Abandono, el Rechazo, la Traición, la Humillación y la injusticia, estas hacen que cuando nos veamos enfrentados a situaciones similares reaccionemos impulsivamente dañándonos a nosotros mismos y a los demás para esto es muy importante desarrollar la conciencia de que muchas de las cosas que suceden a nuestro alrededor son un espejo de esos aspectos que no hemos terminado de resolver de nuestra historia y de nosotros mismos.
Por tal razón podemos dar en ocasiones con parejas que nos traicionen o maltraten, así como establecer relaciones con personal que nos desestabilicen emocionalmente con sus toxicidades, incluso nosotros mismos mantener estos patrones dañinos y nocivos a lo largo de nuestra vida teniendo que desarrollar dentro de nosotros mismos una conciencia de la importancia de cuidar de nuestra salud mental y emocional cuando nos vemos expuestos a ciertas interacciones incluso cuando realizamos algunas cosas que no deseamos tal como sucedía en nuestras edades de la infancia y adolescencia. Como podemos ir sanando estas heridas en la vida adulta o evitar su impacto en nuestros hijos, lo primero es identificar como se han ido a lo largo de la vida acentuando estas heridas en nuestro diario vivir, lo segundo es reflexionar con quien o que ha provocado estas emociones, lo tercero fortalecernos a través de espacios donde nos tratemos a si mismos como nos hubiera gustado ser tratados en el pasado y finalmente acompañar estos procesos profesionalmente para que pueda facilitarnos la toma de conciencia y la resolución de estos asuntos.
Lina Millan / Psicóloga
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